lunes, 16 de julio de 2007

Veintinueve Años Después... Pienso luego insisto.

El pasado día 5 de julio, dimos un concierto en la sala "Dolby" de Alfaro (La Rioja), un local por cuyo escenario han pasado muchos nombres, importantes y no, del rock de aquí. Me sorprendió gratamente que, pese a ser un jueves, así a secas, sin ninguna fiesta, el local se abarrotó quedando incluso gente fuera. Nada especial que reseñar de un concierto que no resultó cómodo para nosotros pues, dentro de unas medidas y unos medios bajo mínimos, es imposible que una banda tan eléctrica como la nuestra, pueda encontrar un sonido con la mínima dignidad, pero, aún así, lo debo reconocer, la actitud, tanto del grupo, como de la gente que vino a escucharnos, fue de diez.
Pero no es mi intención hacer una crónica del concierto, quiero comentaros otra cosa. Quien me conoce suele atribuirme una buena memoria, y es cierto que la tengo, sobre todo cuando ésta se mide en la larga distancia pero no presumo de ello porque, cada vez que alguien viene a subrayar en mi presencia ese aspecto, yo respondo algo que aprendí de uno de mis maestros: la memoria es la inteligencia de los burros, y estoy convencido de que tenía razón, pero si algo siento como positivo de ser poseedor de ese rasgo, es que me permite revivir con gran nitidez acontecimientos del pasado; veréis por qué lo digo.
Estábamos realizando la prueba de sonido en ese tubo de ensayos alargado que es la sala "Dolby" cuando pasó por alli una persona que entabló conversación conmigo para explicarme cuan mítico para el rock de la zona era esa tarima sobre la que íbamos a dar el concierto. Le dije que a mi no me importaba demasiado que el espacio fuera reducido y la acústica una pena, sinceramente me preocupaba que ello pudiera afectar negativamente al sonido y que sería el público que vendría el perjudicado por tener que escuchar un concierto en condiciones anormales. Me dijo que la última vez que me había visto fue con Asfalto, justo en Alfaro, tocamos prácticamente a nivel de suelo en una terraza de verano, sin embargo recordaba aquel concierto como algo espectacular. Le hice un llamado a mi memoria para que me trajera el recuerdo de aquel sitio, y vino, vaya si vino.
El concierto de la otra noche comenzó tal cual habitualmente lo hacemos, transcurridos un par de temas, como es costumbre, vengo a dirigirme al público para darles nuestro saludo y agradecer su presencia. Voy a tratar de recordar lo que dije textualmente: "el día 19 de agosto, es decir dentro de unos 45 días, tengo un hijo que celebrará su cumpleaños... -la gente puso cara de bueno y qué- exactamente cumplirá 29, que son los mismos que ese día se cumplirán de la última vez que, antes de hoy, toqué en Alfaro" Obviamente quería decirles que son demasiados y que la gran mayoría de los asistentes, incluso ni habría nacido. Me senté al piano e interpretamos el siguiente tema "Vidas Paralelas", una pieza de mi último disco publicado y pensé que era todo un afortunado por seguir teniendo algo que contar, y también por tener tan buena memoria. Aquel 19 de agosto de 1978 fue una fecha especial, la noche anterior habíamos tocado cerca de Madrid y cuando llegué a casa de madrugada, Esperanza, mi mujer, ya se había marchado al hospital. Me dio tiempo de conocerlo recién nacido y luego hubieron de pasar unos cuantos días hasta que pude volver a verlo. El verano del 78 fue electrizante, el año de "Capitán Trueno" sonando en la atracciones de feria, por la radio, por todas partes. Hicimos muchísimos conciertos y parecía que, por primera vez, la música nos comenzaba a dar algún dinero interesante, porque satisfacciones, esas nos las dio siempre. Veintinueve años después han cambiado muchas cosas pero, mi relación con la música, sigue siendo idéntica emoción apasionada... Y me acuerdo.
Julio.