George
McCrae, andaba de gira por aquí. Se trataba de un cantante americano que había
tenido dos años antes un suceso mundial “Rock Your Baby”, un tema super
bailable que anticipaba ya la tendencia discotequera que terminaría
imponiéndose en la segunda mitad de los 70’s. Estábamos en abril de 1975. Unas
semanas antes, los asfalto, habíamos tenido una invitación a compartir gira con
aquel moreno hombretón de voz atiplada. Y allí estábamos, en gira, compartiendo
escenario, a cambio de prestar nuestro equipo de sonido por un dinero que nunca
nos pago el que a la sazón era manager de Sara Montiel: Sr. Vaquero, a su vez copromotor
de la turné. Alicante, Málaga, Palma de Mallorca, Madrid… y ahí paró la cosa,
no tanto por la escasa convocatoria que el show tenía, sino porque George
McCrae arrastraba problemas de salud.
Justo
era la primera vez que actuábamos en un espacio que, tan sólo tres años más
tarde, abarrotaríamos por nuestra cuenta: el teatro Monumental de Madrid. Allí
se dieron dos conciertos: sábado y
domingo. Justo la mañana de este último, sobre el mismo escenario, se llevaba a
cabo un concurso de grupos de rock y acudí, como a ver de qué iba la cosa.
Actuaban
grupos que era la primera vez que escuchaba su nombre. La verdad es que el
nivel no era como para sorprenderse. Todas eran bandas jóvenes, formadas por músicos
cargados de ilusión, sin duda, pero poco más. Pensé que estaban lejos del nivel
que nosotros ya exhibíamos. De entre las cuatro o cinco que tocaron, me quedé
con una; no sólo porque musicalmente se distinguiera de las demás, sino por lo
apoteósico de la estrepitosa caída de su cantante saliendo a escena. Un tipo
disfrazado con un atuendo peculiar que, por encima de su aspecto, exhibía una actitud
y una voz interesante.
Nada
hacía pensar que en aquella formación militaban dos personajes que se han
mostrado referencia en la historia del rock nacional: José Carlos Molina y
Rosendo Mercado. Dos músicos que da como para, a través de ellos, poder
analizar el “por qué y el cómo” de la realidad del rock que se ha hecho y aún se
hace aquí.
Vaya
por delante que admiro y respeto a ambos, no diré que por igual, porque no es
así, pero, por lo que significan, los equiparo en mi afecto; lo que no evita
que pueda expresarme con libertad en lo que, a mi criterio, les define. La
línea que marca la diferencia entre ambos es la que asimismo dibuja una
frontera que, desde hace ya más de tres décadas, separa dos tendencias bien
diferenciadas dentro del rock español: una definitivamente triunfadora sobre la
otra.
Hace
tiempo que sostengo que no benefició en absoluto al rock estatal el sectarismo,
impuesto por los medios, que separaba a unos seguidores de otros en base a
criterios más que cuestionables. En los primeros festivales de rock que se
organizaban en la España ilusionada por el cambio y por la libertad, la gente
acudía a escuchar las diferentes propuestas. Las bandas, buscábamos identificar
nuestra musica con los modelos que se daban en el panorama internacional, cada
uno de nosotros tenía sus referencias, y era de ahí, o mejor dicho: a partir de
ahí, que cada cual fue configurando su propia personalidad; todas igual de
válidas, si conseguían llegarle a la gente que acudía a escuchar.
Pero
aquello terminó desapareciendo, sencillamente porque desde los púlpitos
mediáticos (entiéndase emisoras) comenzó a acrecentarse la especialización
estilística. Y así sucedió que, los conductores de determinados programas, se
negaban a programar aquello que no obedecía a sus gustos personales, o
directamente que no cumplía con determinados parámetros para ser clasificados
en uno u otro lado. Justo a partir de ese momento, y hasta hoy, he dejado de
escuchar música por radio.
Pero
volviendo a lo que iba, la salida de Rosendo Mercado de Ñu, significa algo más
que una simple ruptura. Rosendo emprendió un camino que, insospechadamente para
él, ha marcado escuela. Una escuela en la que prevalece la actitud, por encima
del concepto musical que se maneja.
A
Rosendo no le hacía falta cantar bonito, tampoco le hacía falta a su “strato”
otra cosa que un distorsionador MXR, “la chicharra”, para llegarle a la gente
con unos temas directos. Canciones sencillas para un tipo de gente que pone en
valor precisamente eso: la sencillez musical. Es el triunfo de la actitud y el
carisma por encima de todo lo demás, convirtiendo precisamente eso en atributo
esencial.
Molina,
por entonces era un joven con afán provocador, un rebelde sin causa que, a mi
juicio, exhibía un gesto de adolescencia prolongada. Difuso en cuanto al
concepto que pretendía entregar, no tardaron mucho en considerarlo un imitador
de Ian Anderson y tuvo que cargar con esa cruz, no sé cuán a disgusto.
Pero
no es cierto que se pudiera simplificar tan fácilmente la personalidad de José
Carlos Molina. Éramos todos tan jóvenes, y él más… Pero si observabas el
detalle, veías cantidad de matices en el personaje que traslucían la grandeza
de una mente inquieta que buscaba permanentemente en sus creaciones el
encuentro consigo mismo. Un buen músico. Un creador que bebía de muchas fuentes.
Una mente en busca de la fantasía.
A
Molina, como a tantos de nosotros, nos tocó sembrar en un terreno demasiado
pedregoso y aún así crecieron flores, pero justo en la ladera del monte, tan
arriba que era un sitio por donde sólo algunos pocos pasan. Y así nos fue a
muchos de nosotros.
Hemos
llegado hasta aquí generando seguidores muy fieles pero en cantidad muy limitada.
El éxito, cuantitativamente tangible, quedó reservado para los que imitaron a
Rosendo; tanto así, que su nombre figura en las enciclopedias como el paradigma
de la música de rock en España; ejemplo y modelo de toda nuestra generación
para las que vengan. Yo, debo decirlo, me siento del lado de Molina. Lo
reconozco.
La
otra noche visité a José Carlos en Sacedón (Guadalajara), el pueblo donde se ha
archivado. Tuvimos una sabrosa conversación de la que algunos hubieran querido
ser testigos. Hablamos de música casi todo el tiempo, fascinados con lo nuevo
en tecnología pero a su vez recordando la pureza del pasado, sin nostalgia, o
con ella, quién sabe… Pero pienso que ambos felices de haber elegido el camino
que un día elegimos.
Puede
que si alguien nos hubiera fotografiado en ese instante, en plano corto ambos
hubiéramos salido muy agraciados en la instantánea; pero si lo hizo en un plano
general, en la distancia, es posible que la imagen de vernos juntos en la plaza
de un pueblo, alrededor de unas cervezas, destile cierta tristeza. Y todo por
haber nacido donde nos tocó nacer. En mi viaje de regreso pensé mucho en ello.
En
fin, amigos, esa es la línea que nos separó de la gloria que otros sí han
tenido, aún así, tanto José Carlos Molina, como yo mismo y otros que también
conozco, seguiremos pensando que la mejor canción aún la tenemos por hacer. Eso
nos mantiene dignamente en pie.
Los medios de comunicación, cuanto daño han hecho dando la espalda a grupos de gran calidad y mérito, pero que gran consuelo saber que todavía falta esa próxima obra que vais a componer y que será un auténtico bombazo musical.
ResponderEliminarGracias Julio por tus palabras, es leerte y llevarme de inmediato a mis dieciseis subido en Rocinante
ResponderEliminarNo se si leeras esto pero discrepo.En mi opinion juzgas de manera injusta a Rosendo,el cual no es ningun arribista que deba su supuesto y dudoso exito masivo a ascender gracias a aplastar las cabezas de su companieros generacionales para ascender,y mucho menos a un planteamiento commercial de la musica.Creo que el musico debe tener expression y estilo para conectar con los demas,y no ningun sentido estetico o proselitista,como por ejemplo le pasa al colectivo rockero al cual sientes que perteneces(creo que te juzgas a ti mismo de forma injusta tambien Julio).De ahi su estancamiento.De ahi su encasillamiento.De hay su soberbia,la cual no es Buena co mpaniera para entablar relaciones humanas,que es al fin y al cabo lo que nos hace crecer...pero bueno,tu andaste entre los bastidores de aquella epoca y supongo que tendras tus razones.Creo que eres un tipo sensible Julio,eso es fundamental a la hora de poner en practica cualquier arte.Ahora bien,Jose carlos Molina,segun me parece,nunca tuvo ni de lejos esa sensibilid
ResponderEliminarAmigo Ivan, ya ves que sí te leo con respeto y mucha atención.
ResponderEliminarEl problema que tienen las palabras es que son susceptibles de ser mal expresadas, o como en este caso, mal interpretadas. No sé de dónde sacas la conclusión de que trato a Rosendo de manera injusta. Por favor, vuelve a leer lo que digo. "Vaya por delante que admiro y respeto a ambos, no diré que por igual, porque no es así, pero, por lo que significan, los equiparo en mi afecto;”
No tengo ninguna duda de que Rosendo es un tipo íntegro y nada de lo que digo da pie para que se puedan sacar conclusiones de lo contrario. El artículo es una reflexión personal acerca de hechos históricos que están ahí y que yo tuve la gran suerte de vivirlos y protagonizarlos. Podrás compartir o no lo que digo, pero sacar la conclusión de que de mis palabras se desprende resentimiento, es contradecir el sentido que tiene mi comentario. Si a ti te parece una actitud de soberbia el decir lo que digo, la verdad es que me deja consternado y me causa enorme tristeza.
Amigo, cada músico de mi generación, optó en libertad por una forma de expresar su creatividad y la gente está claro que se decidió por apoyar uno u otro modelo, identificándose con unas formas, y tal vez despreciando otras. No soy yo quien deba decir que debe escuchar cada cual. Pero permíteme que exprese mi visión de los hechos y use mis argumentos para invitar a la gente a que, por sí misma, pueda analizar el por qué las cosas han sido como han sido en al ámbito del rock nacional. No hay otra intención en mi publicación. Créeme.
Los que hemos acumulado criterio a través de haber vivido tanto, podemos hacer dos cosas: callarnos o expresar nuestro parecer. Yo agradezco siempre ser informado y escuchar la voz de quienes participaron activamente de algo, es por eso que he redactado ese artículo. Podrás compartir lo que digo o no. Eres libre de valorar mis opiniones, pero bajo ningún concepto aceptaré que otorgues a mis palabras el sentido que ni de lejos tienen. Repito, vuelve a leer lo que digo.
Un abrazo,
Gracias por tu contestacion Julio.No pensaba en ti cuando hablaba de soberbia y proselitismo.Siento que te haya dado a entender eso.Para nada.Tu me pareces un tipo humilde.
ResponderEliminarPara ser sincero;pensaba en los hermanos de castro,por ejemplo.Pensaba en ciertos ayatolas del colectivo heavy en Espanya...yo tuve la suerte de descubrir Asfalto y Topo cuando tenia diecisiete(ahora tengo treinta y cuatro)y su arte si me sigue expresando emociones,formas de interpretar la vida.De hecho pienso que de aquella generacion sois los unicos cuya musica sigue viva.Un fuerte abrazo.