Dicen que la armonía surge de en medio del caos, nada más armónico que el concierto que vivimos el pasado viernes en el Auditorio Paco de Lucía de Alcalá de Henares, sobre el escenario: una caricia para paliar la angustia que a muchos nos provoca la actual situación de crisis.
Creo recordar que fue allá por 1987 cuando un tipo se acercó
a mí para decirme que tenía a los “Beatles” españoles. Por discreción, y en uso
de las buenas formas, evité decir el número de veces que había escuchado lo
mismo a más de un productor en el lanzamiento en ciernes de una nueva banda. Aun
así, días después, le invité a presentarse con sus pupilos en un
concurso-festival al que me vi obligado a asistir (no me gustan los concursos).
El caso es que aquellos jovencitos alcalaínos, que se presentaban con el nombre
de GRADHEN, acrónimo de “Grupo de Rock de Alcalá de Henares”. Pese a su juventud, mostraban
un desparpajo sobre el escenario nada común entre las jóvenes bandas de aquellos
años. No ganaron el concurso porque el jurado, como no, estimó que el premio mejor dárselo a unos “poperos” autóctonos que
cantaban mirándose a los zapatos, que no a unos roquerillos proletarios y descarados;
las modas son las modas, y en aquellos años de la “modernez”, se valoraba más a aquellos que "popeaban" que a quienes pasaban sus guitarras por un distorsionador.
Pues bien, verlos en vivo me sirvió de estímulo y aposté por ellos produciendo sus primeros discos.
Estuvieron a las puertas de una multinacional pero les dejaron pasar de largo y,
tal vez ahí, se perdió la posibilidad de que ascendieran a altas cotas de popularidad,
porque, sin duda, carisma y atributos, no les faltaban. Conociéndoles de cerca, lo que
más valoré de ellos fue su espontaneidad, su ilusión y esa calidad humana que
tan a menudo se da entre la gente sencilla. De ahí surgió una amistad y un
afecto que se ha ido consolidando con el paso de los años.
De los
GRADHEN, surgieron los TRAFICO, un grupo de versiones que revolucionaba las
plazas de los pueblos sin tener la necesidad de pachanguear; hasta que, la
necedad de los concejales más “recios”, quisieron forzarles a lo contrario. Es
entonces que la banda se rompió entre los que si aceptaron la manipulación del
repertorio a cambio de actuaciones y los que se mantuvieron en la línea de que:
la música que se toca la decide el músico y no la audiencia.
Jean Louis
Barragán (Barra) y Francisco Villamayor (Paquito) fueron irreductibles.
Siguieron creyendo en la música desarrollándose como intérpretes y
compositores. Otros artistas de mayor relieve se dieron cuenta y quisieron
contar con ellos, de ahí que en los últimos años se les vea integrando del
grupo “La Guardia”; pero eso sí, sin renunciar a la creatividad. Y es ahí que
hace unos años, “Barrita”, (el diminutivo irá siempre en mi boca) me invitó a
intervenir en un proyecto personal. Lo hice con infinito gusto.
Como
vivimos en el país que vivimos, pasaron años hasta que el disco, aburrido de
esperar a ser la apuesta de una discográfica, viera la luz de la calle. Y si se
alumbró no fue por otro motivo que la perseverancia de quien lo hizo; algo tan
común en este tiempo que afecta incluso a quien escribe. Los discos se hacen en
el estudio pero es como que las canciones se visten de largo justo el día que
se estrenan sobre un escenario, y, una vez más, a riesgo de sus creadores han
conseguido hacerlo ¡Y cómo!
Fijaos la
cantidad de párrafos que he gastado hasta llegar aquí, el objeto de este
artículo que me han pedido que escriba: comentar el concierto que disfrutamos unas
300 personas el otro día. Pero es que no tenía otro remedio ya que entiendo que el
grueso de los lectores gustarán saber de quién hablo. Pues bien, la música de AMIGOS DE BARRA no nace en los bares, ni en los despachos,
ni se programa para escalar puestos en las listas de éxito, sencillamente surge
en la intimidad del creador, hecha sólo por el placer de hacerla. Es una música que nos llega con
procedencia directa desde corazón del autor y de sus intérpretes, así, sin
intermediarios, sin premeditación…
Para mí, hablar
del concierto, es muy sencillo. Os lo cuento: imaginaros a una serie de
músicos que llevan años tocando al más alto nivel acompañados de amigos que
acreditan trayectoria y que están allí relajados porque les llama la música, y no las
cámaras, ni los micrófonos de ningún medio. ¿Cuál es el resultado? Sencillamente:
la excelencia. AMIGOS DE BARRA, o lo que es lo mismo: Barra con su inseparable
amigo del alma: Paquito, nos ofrecieron un puñado de canciones hermosas
interpretadas con ganas y con alegría, mucha alegría sobre el escenario. Rock
eclético, sin premisas, sin clichés. En el patio de butacas: entusiasmo. Y no
hay más que comentar porque pienso que con lo dicho está suficientemente hecha la crónica de un concierto perfecto para paliar el tedio de estos tiempos de desconcierto. Durante y después del mismo se me quedó un reflexión
revoloteando en mi mente: ¿Cómo es posible que este país se pueda permitir ignorar
algo así?... Amigos, cuantos “adoquines” hay en el piso que pisamos.
Son tiempos
de cambio en la SGAE, esperemos que los nuevos directivos rectifiquen los malos
rumbos y comprendan todo lo que se podría hacer con el dinero que se ha
derrochado en adquirir teatros por medio mundo si, esos cuantiosos medios, se pusieran al
servicio del mucho talento soterrado.
Estimado Julio, mi hijo Carlos de 15 años y yo estabamos ilusionados en verte en directo en la Sala El Tren de Granada, el día de hoy, pero mira por donde vemos, con mucha pena, que el concierto ha sido suspendido, yo con mis dos entradas y sobre todo mi hijo nos hemos quedado helados en la puerta de la Sala
ResponderEliminar!que pena!
Después de casi 30 años, que os vi, en Leganés, no he podido repetir la experiencia ¿qué ha sucedido para suspender la visita a mi tierra? y !larga vida a rock and roll!
!grande Asfalto!
Saludos de uno de vuestros seguidores
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