miércoles, 16 de julio de 2014

Secuencia para un gran momento

Amor y desamor, un tema recurrente en miles de canciones, millones tal vez. Qué difícil me resulta sentirme motivado para escribir un texto alrededor de tan manoseados conceptos. Qué difícil me resulta encontrar palabras que pasen a través de ese filtro que antepongo para preservar un sentimiento tan humano como universal. Un sentimiento que nos importa tanto.

Toda canción tiene un detonante, ésta lo tuvo, pero pertenece a la esfera de lo privado, a una experiencia ajena que es propiedad de personajes próximos y muy queridos por mí. Como tantas otras veces, la vida de los otros me ha servido de referencia para estimular en mí un sentimiento emocional que, a su vez, trasladar a los demás a través de una música. Un sentimiento que nace a partir de un momento personal absolutamente íntimo: un piano, una melodía que surge, un papel sobre el que se va desgranando una historia tan ficticia como real a la vez. 

Las relaciones de pareja son por naturaleza asimétricas, pero si la asimetría es constante, el amor pude sobrevivir en el tiempo creando un engranaje que permite que la vida gire y avance para ambos. Lo malo es cuando los sentimientos que impulsan una relación se tornan divergentes. Entonces se va dibujando una asimetría incompatible con la naturaleza armónica de una vida satisfactoria en común.

El desamor está ahí, todos conocemos casos más o menos cercanos. Cuando surge, justo en ese momento, las parejas afectadas se ven envueltas por turbulencias en las que aflora lo peor de cada uno para al final, irremediablemente, acabar, no ya sólo con el amor, incluso con el afecto. En esta canción he intentado revertir ese hecho, tan común en las parejas rotas. En este tema cito a ambos protagonistas del drama a un encuentro generoso. Un acto no exento de dolor, pero necesario, para que, al menos, se pueda evitar que el desamor se lleve por delante el afecto. 

Es justo en ese instante en el que juntos, cual si se tratase de una película, protagonizan  la secuencia para un gran momento, ese acto final en el que sellan su afecto con un abrazo que preservará de por vida la imagen que cada cual se llevará del otro. No nos amaremos más, pero nos querremos por siempre…     

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