miércoles, 24 de abril de 2019

Seres Urbanos, Gracias Compañeros...

El próximo 25 de agosto se cumplirán 50 años desde la primera vez que me pagaron por tocar. Siempre he tomado esa como la fecha en la que arranca mi relación profesional con la música, aunque, desde mucho antes, ella ya me había elegido a mí.

Acababa de ingresar en un grupo; conjunto, se decía entonces. Justo era el verano de 1969. Con dieciocho recién cumplidos, me unía así a otros chicos que habían formado su primera banda: Handicap. Eran todos de un barrio próximo al mío, barrios ambos habitados por gente de origen humilde. Me habían escuchado en un festival y supongo que debieron encontrar en mí cualidades interesantes para el puesto que otro había dejado vacante. 

Aquella noche de verano, sobre un discreto escenario de baile de pueblo, de ninguna manera pude sospechar que esa iba ser mi vida. De regreso a casa, sentía que algo había cambiado en mí según iba recordando cada instante.  

Y así fue que fueron pasando los años y, ya se sabe, luces y sombras. Momentos en los que, tras un desencanto, abrumado por el peso del esfuerzo baldío, llegas a cuestionarte los pasos dados y los por dar. Y todo hasta que un día firmas la paz con tus dudas, cuando comprendes que no es tuya la voluntad de seguir en esto, que esa voluntad viene de un extraño lugar que está más allá de tu propia intención. Y de nuevo, otra vez, vuelves a volcar la vida en una nueva canción convencido de que alguien querrá escucharla. 

Lo que nunca pude llegar a imaginar es que, algunas de esas canciones, por décadas, fueran a permanecer en el corazón de tanta gente. Qué premio tan enorme. No está pagado con nada poder ser testigo de la emoción de quienes acuden a escucharlas en vivo. Pero aún hay más, el reconocimiento de aquellos que un día, al igual que tú, también metieron sus vidas dentro de una canción: tus compañeros, tus colegas… en definitiva, otros músicos, otros seres sensibles… 

Me acaba de llegar una joya que representa mucho para mí. Un disco que es testimonio del homenaje desinteresado que un puñado de músicos hacen a Asfalto, la banda a la que he dedicado la mayor parte de esos 50 años. Aún estoy conmovido por la emoción que me produce escuchar esas increíbles versiones, nuevos colores, que representan otra visión de nuestra música. Que inmensa generosidad al querer entregar vuestro tiempo y vuestra creatividad, lo que interpreto como caricia para el alma de quien esto escribe. 

De verdad que no tengo palabras para expresar lo que siento. Tan solo me gustaría poder abrazaros a todos y así, queridos compañeros, haceros patente toda la gratitud que siento.

Gracias, gracias, gracias…

Julio Castejón. 

1 comentario:

Fernando dijo...

Yo tengo 50 añoas... para 51. Nací en el 68.

Escuché por primera veza a Asalto allá por el 80 u 81, teniendo yo 12 o 13 años, de la mano de mi hermano Javier.

Me encantó. Compré los vinilos, que guardo cual coleccionista (Es LO ÚNICO que he guardado y coleccionado en mi vida).

Después he cantado todas las canciones. He seguido la trayectoria del grupo, y la tuya en solictario, sí .. también los tengo. He ido a los conciertos que he podido, desde los multitudinarios en los 80, a los menos multitudinarios de los años del regreso. En todos me he emocionado.

Ahora estoy esperando que me llegue este nuevo disco homenaje (El primero lo guardo como oro en paño claro), y por lo que he escuchado ya, se que me va a encantar. Cada grupo dando su propia personalidad a cada canción.

Gracias a los que lo habéis hecho posible. Gracias a Julio por su empeño, y a todos los que le han acompañado por el camino.

Este sábado NOS VEREMOS recordando "Más que una intención". Gran banda la que creó este LP.