Habláis de la generación “X”, la que nació hace ahora entre
30 y 40 años. Con permiso, escribe un padre de hijos nacidos en esos años.
Definís vuestra generación como la generación del crossfade; la generación puente entre lo
antiguo y lo moderno. ¿Por qué "X"? ¿Equis de incógnita, tal vez?
Bien, si es así tratemos pues de despejar la incógnita. Intentaré ayudar en esa
tarea desde la perspectiva que me da el haber estado antes, el haber contribuido
a alumbraros y el seguir estando, consciente, en el mundo de lo moderno; en éste
vuestro mundo pero que también considero el mío mientras tenga la capacidad de
discernir.
Observo en la autodefinición que hacéis de vosotros mismos que
la nostalgia acaba de aparecer en vuestra vida de adultos. No os preocupe, a
todos nos pasa, la memoria tiene cierta tendencia a querer sublimar el pasado.
También observo que comenzáis a marcar diferencias con quienes os van a suceder;
es normal, ya la marcasteis en vuestra adolescencia con quienes os precedimos,
aquellos locos revolucionarios que vivíamos la vida obsesionados con la libertad…
Sí, un concepto que no conocíamos bien, ni colectiva ni individualmente, pero
que anhelábamos porque, al igual que a nuestros padres, vuestros abuelos, un
señor bajito con bigote nos robó tan esencial concepto. Es normal que uno
busque su propia identificación generacional, otra cosa es que científicamente
la encuentre.
Fue evidente que quisimos para vosotros todo aquello que nos
faltó, y es por eso que en la mayor parte de los casos tuvisteis bienes
materiales que para la mayoría de nosotros fueron impensables; os cito algunos:
un cuarto propio, vuestra propia intimidad preservada, ropa suficiente,
calefacción, agua caliente, bicicleta, juguetes abundantes, una televisión propia,
etc… ya de más mayores: permiso de conducir pagado, tal vez vuestro primer
coche, incluso muchos de vuestros padres hasta seguramente os ayudaron a
comprar vuestra primera casa; justo esa que ahora tanto os ahoga seguir pagando
por vosotros mismos.
Digamos que si vuestra generación es la "X" la
nuestra debiera ser la “V” (de valientes, de vencedores, de vendidos… no sé)
Supongo que, siguiendo el alfabeto, la que está llegando será la "Y" (de... ¿y qué más?) Esperemos que la “Z” no
sea la de “zas y se acabó...” Veréis, mi generación se equivocó al trataros
permanentemente como niños indefensos. Lo hicimos hasta justo el día que
decidisteis salir de casa, así, retrasando vuestra edad de adultos, no nos dimos
cuenta que os hacíamos débiles y un tanto conformistas; no os enfadéis conmigo,
lo digo con gran cariño: en cierto modo burgueses y acomodados con lo que hay a
vuestro alrededor. Sinceramente pienso que no supimos trasladaros el gen del
inconformismo; ni tan siquiera hablamos con vosotros lo suficiente porque tal
vez nos la pasamos trabajando horas y horas para pagar facturas y más facturas,
aquellas con las que se compraba la confortabilidad en el seno de la vida
familiar.
Definitivamente nos equivocamos y es justo que os pidamos
perdón. Yo os lo pido. Debiéramos haberos enseñado a apreciar el valor de las
cosas, a esforzaros para conseguirlas y, tal vez, a construir juntos una escala
de valores coherente. Pero sobre todo, debiéramos haber estimulado en vosotros el
desarrollo de un pensamiento crítico; algo que hoy os hubiera venido fantástico
para sublevaros contra el poder que os presiona manteniéndoos en deuda
insoportable y permanente, un poder que os tiene cogidos por la entrepierna y
que decide cuánto y cómo tenéis que pagarle por acceder a una vida que, ya lo
comenzáis a ver, se anuncia para vosotros mucho más infeliz que la que tuvimos nosotros,
vuestros padres. De verdad lo digo, mi generación os tiene que pedir perdón.
Perdón por no haber sabido realmente protegeros lo suficiente de las agresiones
que la sociedad "moderna" traería consigo. No lo llegamos a ver, a
intuir, y no supimos marcaros el camino para haceros seres realmente libres. En
fin... Perdón.
Algunos de vosotros ya sois padres, tomaros esta función muy
en serio y no cometáis nuestro error. Preocuparos de que vuestros hijos crezcan
protegidos ante el abuso del poder; jamás les deis todo lo que os pidan;
enseñarles a distinguir qué es lo esencial y qué es lo superfluo; formarles sí,
pero sin ponerles metas concretas, mejor mostrarles que el fracaso es sólo la
otra cara del éxito, de ambos se puede sobrevivir; educarles en la cultura del
esfuerzo; enseñarles a respetar a los demás, pero también así mismos; hacerles
ver que han de ser fuertes y enérgicos ante las agresiones de la sociedad
mercantilista que pretenderá reducirles a simples productores para así sostener
un mercado insaciable que terminará por devorar el sistema; mostrarles el
camino de la evolución intelectual y hacer que aprendan a cultivar la
inteligencia emocional y el aprecio por las expresiones artísticas; invitarles
a que escuchen y a que se instruyan en la experiencia de los otros, que sepan
formar su propio criterio bebiendo en las fuentes que la naturaleza y la vida inteligente
nos brinda.
En fin, queridos amigos, no me gustan los consejos porque,
por parte de quien los da, siempre hay una tendencia a convertir en absoluta
una verdad subjetiva y eso me da miedo, pero no sé de que otra forma se puede
trasladar la experiencia vital acumulada. De verdad, siento mucho el gran error
que mi generación cometió para con vosotros.