Si de algo me congratulo llegando a esta edad que tengo, es de seguir dejando en mi conciencia amplio espacio para la duda. Claro que sé muchas cosas, la vida me las ha enseñado, pero, aún habiendo ido esculpiendo cautelosamente mi propio criterio, no siempre tengo respuesta para todas las preguntas. Ni nítidos todos los conceptos. Desconfío de quien todo lo tiene claro e intenta hacer prevalecer su opinión exponiéndola taxativamente a los demás.
Dicho esto, me parece que los acontecimientos de las últimas horas, y por añadido el debate que se ha suscitado en redes, merecen una explicación de mi parte para todos aquellos a quienes les haya sorprendido la postura que, como banda, decidimos.
Estos son los hechos: a media tarde del pasado jueves, a través del chat privado que la banda utiliza, recibimos un comunicado de nuestro manager, Johan Checa. En él se nos preguntaba sobre la posibilidad de tocar justo al día siguiente. Cada uno de nosotros expresó sorprendido su mejor disposición. De los cinco músicos, dos se encontraban fuera, uno en Ibiza y el otro en Formentera, los otros tres no teníamos problema alguno para hacer el concierto. Los técnicos, salvo uno que solo podría incorporarse a la hora de la actuación, era imposible contar con ellos. Llamé a Johan y le dije que igual no merecía la pena embarcarnos en algo tan estresante y complejo. Me dijo que la propuesta venía de una productora que nos ha venido apoyando en los últimos tiempos en la Comunidad de Madrid y que debíamos al menos intentarlo. Se trataba de sustituir a una banda (sin especificar quién) que cerraba un festival en el que debían actuar otras formaciones de la barriada de Tetuán, en Madrid.
Al final los compañeros de las islas consiguieron sus billetes de avión, con las respectivas dificultades que lleva implícito la época en la que estamos. Solo ahí confirmamos que lo haríamos aun contando con la carencia de no disponer de nuestros compañeros técnicos, que en Asfalto son muy importantes.
Fue justo en ese momento que, al confirmar Johan al promotor nuestra disponibilidad, supo del caso concreto que se trataba. De inmediato me lo trasladó a mí y yo dije que sí, que adelante. Tocaríamos.
La decisión de los responsables municipales por la que se expulsa a otros músicos del cartel del festival, para muchos bien pueda ser considerada como un acto prevaricador de recorte a la libertad de expresión. Es posible que así sea. No lo sé. Sinceramente no lo sé. Pero de la misma forma que defenderé el derecho a la libertad de expresar lo que cada cual quiera, también defenderé mi independencia para tomar mis propias decisiones equiparado en igual a las que otros tomen. Si alguien hace público un pensamiento denigrante, venga este del lado que venga, debe saber cuantificar el daño que puede hacer y a lo que se arriesga. Considero que un artista ya se expresa suficientemente con el contenido intelectual de su obra, no le hace falta más. Admiro a los que proyectan sus ideas de una forma sutil e inteligente, elegante. Los versos no precisan de prosa para expresar rechazo. Ese es el camino que Asfalto, y yo mismo, tomamos desde nuestros comienzos.
Dicho esto, no se me disipan las dudas de si fue correcto o no subirnos la otra noche al escenario que estaba destinado a ser pisado por otros. De la misma forma que no albergo duda alguna de que de la violencia, de hecho o de palabra, hay que distanciarse. Porque, en el peor de los casos, alguien puede tomárselo al pie de la letra. Aquellos que hablamos a través de un altavoz debemos cuidarnos mucho de ello.
Respeto a quienes piensen que no debimos haber actuado, de la misma forma que me alegro por la alegría que le dimos a quienes acudieron a escucharnos y a las jóvenes bandas que nos precedieron. Y sí, la otra noche, como casi todas, ante algunos intransigentes, muy pocos, volvimos a cantar aquello de “enseña a tu hijo a amar la libertad…” que, como todo el mundo sabe, no es una canción mía. El día que se compuso yo simplemente pasaba por allí… lo digo por si alguien necesita creer que esto así. ¡Qué pena, qué desmemoria…!