Y llegó el día 11 de septiembre, fecha ampliamente anunciada para la presentación del nuevo disco de Asfalto.
Quisiera hacer desde aquí una glosa de esta criatura a la que he entregado mucha dedicación en los últimos meses, dedicación amorosa para un fin feliz.
El título de este álbum se le ocurrió a Arturo García,
nuestro actual batería. A todos nos pareció una frase perfecta porque expresa, que
ni a propósito, el concepto alrededor del cual gira el contenido de la mayor
parte de las piezas que lo integran: el universo emocional del individuo.
El disco que, supongo tienes, o en algún momento tendrás en tus manos, huye despavorido
de corsés estilísticos. De verdad que, a estas alturas, nos importa poco
obligarnos a ceñir el discurso musical en una orientación premeditada. Para nosotros, la
música es mucho más que un género. La música es, en esencia, un vehículo a
través del cual, los músicos implicados intentamos proyectar nuestro
pensamiento y nuestras emociones, y, por derecho, somos quienes decidimos como
hacerlo. Puede que ese eclecticismo, en este caso, dote a este álbum de una riqueza añadida. No lo sé, ya me diréis. De verdad que esta obra no rinde cuentas con nadie, nace
de nuestra creatividad sólo para hacernos felices a nosotros mismos; que es la forma más digna
de debitarnos con quienes demandan de nosotros, al menos, la expresión de un
sentimiento sincero.
Comenzó a gestarse hace más o menos un año. No es que nos
haya llevado mucho tiempo parirlo, sencillamente las cosas tienen
el ritmo que pueden tener y no siempre el deseado. Y es que, en la actualidad,
en la plantilla de Asfalto, todos somos fijos discontinuos, en espera de un
mejor contrato laboral… que en ello estamos.
Los temas fueron elegidos, de entre un total de 24
propuestas, en un proceso asquerosamente democrático que dejó, sobre el banco
de trabajo, tal vez, algunas buenas piezas que se vieron relegadas a la suplencia
en espera de que tomen mejor forma. De vez en cuando se observa que algunas
entrenan, otras han pedido causar baja en la plantilla...
Le encasquetamos la responsabilidad de la producción a un
joven pleno de ímpetu, e ilusión a raudales por hacer bien las cosas: Paul Castejón.
Lo decidimos así, entre todos, no porque fuera hijo de quien escribe, sino
porque acreditaba razones más que suficientes para poder llevarnos la contraria,
especialmente a mí. Ahí están sus trabajos. Las brillantes colaboraciones que
viene haciendo en los shows de la banda, han conseguido declinar en él nuestra
confianza. Ya sabéis, si algo no os gusta como suena, reclamarle: paul@paulcastejon.com
La grabación se hizo mayormente en el estudio de Sinestesia,
aunque algunos instrumentos se grabaron en otros lugares. Anda por ahí un libro, ya escrito, en el que entre otras cosas, se dará
cuenta de qué toca cada cual y qué instrumentos utiliza; ya sé que no es
materia esencial, pero siempre hay quien ansía conocer cuantos más datos mejor.
Gustosos los damos.
Para terminar, decir que en todo momento hemos supeditado lo
que tocamos al concepto que, a nuestro criterio, cada tema requiere sin
importarnos optar por derivas musicales tal vez dispares. Hemos pintado este
cuadro utilizando toda la gama de colores que había en nuestra paleta; con el
gusto que lo hemos hecho, os corresponde a vosotros juzgarlo.
Desde el primer momento ha sido nuestro deseo entregar una
obra meticulosa, asumiendo que el objetivo era mostrarnos tal cual somos en la
búsqueda de la excelencia. Los que nos conocéis de antiguo, sabéis que Asfalto
jamás ha intentado imitarse así mismo y, en esas, de siempre, en cada época, hemos
buscado explorar nuevos horizontes musicales por considerar que se encontraban
al alcance de nuestras posibilidades. Lo hicimos a través de caminos que, puedo
afirmar, se mostraron como una experiencia apasionante y enriquecedora. Nunca le
hicimos asco a todo lo nuevo que la tecnología sonora nos proponía y, así, ahí
están discos en los que hace más de 30 años ya se escuchan sonidos que sólo
unos pocos se atrevían a incluir en la arquitectura del rock de por aquí. El
purismo, es como los dogmas: hay que tener fe para aceptarlos, yo estoy
encantado con mi agnosticismo y pienso que el resto de la banda también.
Particularmente revelaros que grabando algunas de estas canciones he sentido mucha emoción, y sí en algún momento sentís que la voz se me quiebra es que así fue. Sigo pensando que las canciones sinceras, esas que nacen de un momento especial, de un sentimiento puro, justo esas, terminan conmoviendo a quien las escucha, pero también a quien las interpreta.
En nombre de mis compañeros, y en el mío, decir que si decidís acompañarnos en este viaje, claro que nos
sentiremos felices y sobre todo: muy agradecidos.